El clásico que debía abrir la temporada con fiesta se jugará finalmente este domingo en el Estadio Santa Laura. La Delegación Presidencial autorizó el encuentro bajo condiciones inéditas: aforo reducido, mayores de 55 años como público y estrictos anillos de seguridad. Universidad de Chile insiste en que no debió programarse, Colo Colo presiona por disputar el título y la ANFP aparece otra vez como el gran responsable de la improvisación.
SANTIAGO — viernes, 12 de septiembre de 2025. La Supercopa 2025, que enfrenta al campeón del torneo nacional (Colo Colo) con el monarca de Copa Chile (Universidad de Chile), llegará a la cancha en un ambiente enrarecido. Lo que debía ser vitrina del fútbol chileno se transformó en un símbolo de desorden: obras inconclusas en Santa Laura, calendarios alterados, medidas draconianas de seguridad y un clima dirigencial que volvió a poner lo extradeportivo por encima del fútbol.
La Delegación Presidencial Metropolitana dio luz verde al encuentro, pero con condiciones que sorprendieron al medio: solo podrán ingresar poco más de dos mil personas, en su mayoría abonados filtrados y mayores de 55 años. El argumento es reducir riesgos de violencia, pero en la práctica significa que la Supercopa se jugará en un estadio semivacío, sin el color de barras ni familias.
Universidad de Chile, a través de su presidente Michael Clark, insistió hasta última hora en suspender el partido. El dirigente argumentó razones de calendario —la U debe disputar la Copa Libertadores a mitad de semana— y problemas de seguridad vinculados a las obras en Independencia. “No están dadas las condiciones”, fue el mensaje azul. Colo Colo, por el contrario, presionó públicamente para jugar el duelo. En Blanco y Negro señalaron que la U busca excusas y que un título oficial no puede postergarse. “Debe cumplirse el reglamento”, advirtieron, en un ambiente de tensión que trasladó la disputa fuera de la cancha.
El escenario elegido, el Estadio Santa Laura, fue uno de los más cuestionados en 2024: partidos suspendidos por el mal estado del césped, ferias aledañas que complican accesos y remodelaciones que aún no terminan. “No está a la altura de un clásico”, coinciden exfutbolistas y analistas. La ANFP, pese a estas señales, no programó alternativas en regiones. El calendario de Primera División también se vio alterado: se comprimió la fecha para dejar espacio al clásico, lo que obligó a postergar encuentros de la U y Colo Colo, incluso se puede destacar la molestia de varios clubes que acusan desventajas competitivas. La programación quedó desvirtuada, otra muestra de improvisación en Quilín.
Lo futbolístico quedó relegado. En cancha, se espera el debut oficial de Fernando Ortiz como DT albo y la revancha de Gustavo Álvarez con los azules, que arrastran un irregular semestre. TNT Sports confirmó la transmisión exclusiva del duelo, que se disputará desde las 15:00 horas del domingo 14 de septiembre. La reglamentación también suma un elemento inédito: en caso de empate en los 90 minutos, la Supercopa se definirá directamente por lanzamientos penales, sin prórroga. Una medida adoptada para reducir riesgos de incidentes y desgaste físico de los planteles, aunque varios jugadores criticaron la decisión por “desnaturalizar la competencia”.
La previa estuvo marcada por voces críticas. Vicente Pizarro, volante albo, cuestionó las estrictas restricciones de seguridad: “Es triste jugar sin nuestra gente. No es lo mismo disputar un título con el estadio vacío”. En la U, trascendieron dudas sobre la oncena titular, con formaciones “guardadas” hasta último minuto, lo que alimentó rumores sobre tensiones internas. En redes sociales, hinchas de ambos equipos expresaron indignación. Los azules denuncian que el partido debió jugarse en otra fecha o ciudad; los albos critican que se prive al público joven y familiar. La sensación compartida es que la Supercopa perdió el espíritu de espectáculo y quedó reducida a un trámite administrativo.
El trasfondo vuelve a apuntar a la ANFP. La gestión de Pablo Milad es señalada como principal responsable por no prever alternativas y ceder ante presiones políticas y de clubes. Incluso, podemos coincidir en el diagnóstico: el fútbol chileno pierde una nueva oportunidad de mostrar organización y credibilidad en su máximo clásico.
La Supercopa 2025 pasará a la historia, pero no por el campeón que levante el trofeo. Será recordada como el partido del aforo restringido, de las obras inconclusas y de la falta de autoridad. Aunque el balón ruede en Santa Laura, la gran derrota ya está escrita: la credibilidad del fútbol chileno, otra vez, quedó en entredicho.
